jueves, 19 de diciembre de 2013

Hay personas en esta vida que te marcan el alma a fuego. Que modelan lo que eres y serás, que siempre irán contigo vayas donde vayas y estés donde estés. Hoy para mí es un día un poco difícil, hoy hace cinco años que murió la que fué mi segunda madre. Esa mujer, esa leona que peleó contra viento y marea, que se pinchó mil veces con una aguja cosiendo cuando era sastre, que me llevaba y me traía cada día del colegio a casa, y de casa a donde yo quisiera ir, que me consentía, que me animaba, que me cantaba, que me contaba cuentos, que me reñía y que encubría mis pequeños secretos de niña, que para mí en ese momento eran gigantes. Esa mujer que cuando el amor de su vida murió, empezó a perder el norte, a la que la enfermedad venció. Esa mujer valiente, con carácter, risueña que me hizo creer en el amor. Esa mujer que hoy me falta, y a la que echo tanto de menos que siento que me quema el alma. Todos los días veo su foto y la recuerdo, a ella y a él, el hombre de los ojos más azules del universo, esos de los que siempre parecía pender una lágrima, aquel que contaba de su cicatriz de guerra, que era la cicatriz que le dejó una pelea con un tigre en un safari por África. Ellos, que siempre me demostraron un amor tan grande que lo llevo grabado, a los que hoy añoro, a los que siempre llevaré en mi corazón, en mi mente, en mi alma. Por todos aquellos besos, aquellos abrazos, aquellas caricias, aquellas sonrisas, todos esos aplausos inmerecidos cuando cantaba y bailaba en casa siendo una niña, por aquellas riñas tontas que teníais, uno enfadado sentándose al ordenador y la otra cantándole desde el pasillo cualquier copla, solo para picarle, y al cabo de diez minutos dándose un abrazo porque se amaban, por todo esto y más, mucho más, por amarnos tal y como somos a cada uno de sus hijos, nietos y bisnietos... Porque pensar en vosotros me da fuerzas para seguir buscando, y me dais valor aunque no estéis, por vosotros vivo y respiro, y por vosotros voy a correr tras mis sueños, como hicisteis vosotros de jóvenes. Gracias abuelos donde quiera que estéis, gracias por luchar y así haberme dado vida y esperanzas.

martes, 10 de diciembre de 2013

Cuando la noche llega a mi ventana
y creo ver la luz de las estrellas, 
aparecen en mi mente los recuerdos
de una noche llena de sonrisas eternas.
Esa noche de septiembre en que llegaste a mi
ese día mágico y frío en el que te vi,
con esa carita aún sonrosada por salir
con esos ojos que serían lo mas importante para mi.
Y hace ya nueve años que llegaste
y robaste mi corazón con una sonrisa,
nueve años de amor incondicional
de días llenos de magia y alegrías.
No eres mía literalmente
pero yo no lo considero así, 
pues es demasiado evidente
que te pareces demasiado a mi.
Quiero protegerte, amarte y cuidarte
quiero que nadie jamas te dañe,
que esos ojos tan bellos no transmitan dolor
quiero que sigas creyendo en hadas cuando seas mayor.
Mi niña, la que me da tantas alegrías
la que pone luz a cada uno de mis días,
la que me da valor para cantar a voz en grito
la que me cuenta todo lo que pasa en su mundito.
Princesa, si alguna vez te decepciono
espero que recuerdes esto
eres para mi el diamante mas hermoso
que jamás habrá en el universo.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Personas que se ponen una máscara de ángel, para tapar el horror que llevan dentro de su mente, gente que teniendo una fachada de dureza extrema y total pasotismo, tienen un alma bondadosa y amable, pero la esconden para evitar que les hagan daño. ¿En qué mundo vivimos? Las buenas personas son pisoteadas siempre, porque los demas se aprovechan de que lo sean. De ahí que a los jetas, trepas y egoístas les vaya todo bien, pues toman no solo la mano que les tienden los de su alrededor, sino que si te descuidas te absorven a ti por entero. Yo quiero creer, y eso me dicen los que me rodean, que soy buena persona, a veces tanto que de buena doy en tonta, y sé de qué estoy hablando, creedme. Yo siempre me doy a los demas, mi tiempo, mi dinero, mi sonrisa, mi alegría, mis energías, mis talentos, todo, y no voy a decir que sin esperar nada a cambio, pues mentiría, pero solo pido un gracias de vuelta, o una sonrisa, un poco de agradecimiento al menos, cosa que casi nunca recibo. Pero soy así, y ni puedo ni quiero cambiarlo, por mucho que sufra y por muchas decepciones que me lleve, me gusta ser generosa, aunque repito que de buena, muchas veces, doy en tonta. ¿Que porqué no quiero cambiarlo? Es simple: me gusta como soy, y porque las gomas de las máscaras que se pone la gente, con el paso del tiempo, se debilitan hasta romperse, acabando por desintegrarse, dejando la verdadera faz a la vista del mundo. Por eso, yo no quiero ponerme una máscara de tía dura y ególatra, aparte de porque no sabría llevarla, porque prefiero que el resto del mundo me vea tal cual soy, por eso escribo, por eso sonrío siempre, por eso hablo y debato con mis amigos, por eso escucho y hago de madre, de psicóloga, de paño de lágrimas, de payaso en los momentos en que alguien necesita sacar una sonrisa, y por encima de todo eso, por eso muestro mi corazón cuando canto, porque el día que caigan las máscaras, yo seguiré siendo yo.
El otro día, hablando con un buen amigo de Zamora, me dijo algo que me hizo reflexionar. Dijo que ahora casi todos los ojos parecen de esclavos, todo el día mirando hacia los móviles. Dijo que ojalá la gente levantase la mirada y contemplase lo que se pierde fuera de esa pantalla, lo que se pierde de este mundo. A lo que yo le contesté lo que realmente pienso: Que no hay mas ciego que el que no quiere ver, pues es mas sencillo mirar una pantalla y autoaislarse, que ver lo hermoso, cruel, horrible, maravilloso y sorprendente que es el mundo, y las personas que en el viven. Es mas fácil mirar hacia otro lado y que nada te ablande el corazón, te hiera, te conmueva, te haga sonreír... Que nada atraviese tu coraza, que nada te haga ser un poco mas humano. Yo, por ejemplo, el otro día me he dado cuenta de lo mucho que ha crecido mi sobrina, y de cuanto he crecido yo misma, y lo mucho que he perdido por el camino... De ese gusto por la vida que tenía. Lo único que hizo fue pedirme que le contara la leyenda del Sauce Llorón y el Hada, y recordé lo hermoso que me parecía el mundo a su edad, lo horrible que me podía llegar a parecer el ser humano... Y me dí cuenta de que hacía mucho que caminaba por la calle sin levantar la vista a las nubes o a las estrellas, o sin tirarme en la hierba a observar el cielo sin un porqué, solo por disfrutarlo, y quiero daros un consejo si me lo aceptáis: Dejad un poco de lado tantas tecnologías, durante 5 minutos nada mas, y asomaos a la ventana, y mirad al cielo. ¿Qué veis? Porque yo ahora veo un millón de sueños, pensamientos, ideas, sentimientos... Veo un trocito del universo, y con eso ya no me basta, quiero conocer los miles de secretos que esconde, empezando por los que tengo mas cerca, esos tesoros que tenemos al lado y a veces no somos capaces de ver ni apreciar: Las personas que me rodean.