lunes, 2 de diciembre de 2013

El otro día, hablando con un buen amigo de Zamora, me dijo algo que me hizo reflexionar. Dijo que ahora casi todos los ojos parecen de esclavos, todo el día mirando hacia los móviles. Dijo que ojalá la gente levantase la mirada y contemplase lo que se pierde fuera de esa pantalla, lo que se pierde de este mundo. A lo que yo le contesté lo que realmente pienso: Que no hay mas ciego que el que no quiere ver, pues es mas sencillo mirar una pantalla y autoaislarse, que ver lo hermoso, cruel, horrible, maravilloso y sorprendente que es el mundo, y las personas que en el viven. Es mas fácil mirar hacia otro lado y que nada te ablande el corazón, te hiera, te conmueva, te haga sonreír... Que nada atraviese tu coraza, que nada te haga ser un poco mas humano. Yo, por ejemplo, el otro día me he dado cuenta de lo mucho que ha crecido mi sobrina, y de cuanto he crecido yo misma, y lo mucho que he perdido por el camino... De ese gusto por la vida que tenía. Lo único que hizo fue pedirme que le contara la leyenda del Sauce Llorón y el Hada, y recordé lo hermoso que me parecía el mundo a su edad, lo horrible que me podía llegar a parecer el ser humano... Y me dí cuenta de que hacía mucho que caminaba por la calle sin levantar la vista a las nubes o a las estrellas, o sin tirarme en la hierba a observar el cielo sin un porqué, solo por disfrutarlo, y quiero daros un consejo si me lo aceptáis: Dejad un poco de lado tantas tecnologías, durante 5 minutos nada mas, y asomaos a la ventana, y mirad al cielo. ¿Qué veis? Porque yo ahora veo un millón de sueños, pensamientos, ideas, sentimientos... Veo un trocito del universo, y con eso ya no me basta, quiero conocer los miles de secretos que esconde, empezando por los que tengo mas cerca, esos tesoros que tenemos al lado y a veces no somos capaces de ver ni apreciar: Las personas que me rodean.

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